Le agradezco con otra sonrisa su mentira piadosa, aunque los dos sabemos que nos mentimos. Quizá ha sido sólo un juego que nos ha ayudado a afrontar cada día. El tiempo sigue avanzando, sin embargo mi vida se detuvo en aquel preciso instante, hace ya cinco años, en el que el médico pronunció su diagnóstico en forma de veredicto: Esclerosis Lateral Amiotrófica.
Aquel día hicimos un trato. No hizo falta hablar, ni un notario que diera fe, o innumerables cláusulas que blindaran nuestro pequeño secreto, nuestra forma de evitar lo inevitable : ella mentiría para vivir y yo sonreiría antes de morir