Siento tu voz, aunque ya no la oiga. Ese tono que unos momentos me enervaba y en otros me daba seguridad.
Siento tu presencia en mí. Un latido que me da la fortaleza para saber que todo es posible, si otro puede, yo también.
Siento dolor, siento pena, siento tristeza. Algo que no he podio quitarme aunque haya pasado de todo en mi vida.
Siento que el mundo se paró en aquel instante que tu cuerpo expulsó de ti hasta la vida. Yo daría hoy la mía por volver a oírte decir “burrot” y así, por una última vez, sentirte.