Dígale, agente, que la quise mucho, que no me guarde rencor, que no merece un futuro de dudas y culpabilidades.
Son muchos los errores por los que quiero pedirle disculpas, pero creo que no me dará tiempo a recordarlos todos. Que no le quepa duda que lamento cada una de las veces que le hice llorar, gritar y hasta maldecirse por culpa mía.
Dígale, agente, que la quise mucho, que ha sido la mejor madre que un hijo sin cabeza haya podido tener.
He vuelto a cometer un error al cortarme las venas, pero afortunadamente, este será mi último error.